Ya me ocurrió hace años cuando Leo llegó a casa. No fue una decisión mía sino de la providencia. Llegó a casa porque nuestro galgo Nico se mató al tirarse por un balcón absolutamente en pánico debido a unos cohetes. La otra perrita sufre de angustia de separación y necesita compañía constante, sea esta humana o perruna. Entonces, sin margen de maniobra pues en pleno duelo había que tomar la decisión de un sustituto pero yo no podía hacer la gestión en una protectora, le pedí a la vida, como quien lanza un brindis al sol, que fuera el perro quien me encontrara a mi y no al revés. Y así sucedió tres días después de esa petición al sol. Leo apareció en el barrio. Os aseguro que no suelen verse perros abandonados en mi barrio. Yo no he vuelto a ver ninguno. ¿Qué o quién hizo que el perro apareciera por allí? ¿fue casual o intervino alguna instancia misteriosa?
Como dije no es ni la primera ni la única vez que parece que una fuerza se alinea con mi necesidad y provee para satisfacerla. Llevaba días mirando en internet algún modelo de estantería no demasiado grande para alojar en ella los libros de Thay. Me hacen falta aquí en el pueblo para preparar las charlas y tomar notas. Una mañana salía con los perros a su paseo diario cuando vi que en una cubeta grande se apilaban muebles, electrodomésticos y otros enseres desalojados de una cochera. Encima de la pila una estantería de madera del tamaño y forma que yo necesitaba. Tras solicitar permiso a la dueña me la traje para casa y la limpié y enceré. Aquí está ahora sirviendo de alojamiento a los libros de mi maestro Thich Nhat Hanh.
¿Estas cosas suceden porque sí o hay alguna ley en el Universo que las propicie?
No hay comentarios:
Publicar un comentario