viernes, 19 de septiembre de 2025

EL MENSAJE Y EL MENSAJERO

   



  Decía mi amiga Lola Montes -citando quizás a su maestro Moratiel-  que el mensaje es el propio mensajero. El mensaje encarnado es lo que nos sirve. Lo otro son palabras huecas. Por eso también Thay conmovía tanto cuando hablaba, porque sus palabras unían mensaje y mensajero. Él era el propio mensaje encarnado en su vida. 

    Y decía el santo de Asís que de nada servía ir a predicar a un lugar si la predicación no era el caminar mismo. Estamos en ambos casos a vueltas con la coherencia. Ya no me fío de ningún mensaje que nazca de la incoherencia de quien lo propone. Por eso, en la atalaya de mi vida y tras tantos desengaños vividos, he aprendido esta lección de la coherencia que me sirve de faro y guía. 

    Me fie de mi querido Pepe Quirós, así como de Blas Márquez y no me decepcionaron. Fueron mis maestros, mis modelos antes de que llegara Thay. 

    Le pido a quien corresponda que yo pueda ser coherente también, que no haya un divorcio entre lo que pienso y digo y aquello que hago. La fortuna que me acompaña es que soy capaz de reconocer todo lo que le falta a mi práctica, que me veo aún en los primeros pasos y no por ello pretendo hacer creer a los demás lo que no soy. Eso es un don que me acompaña. No soy más de lo que soy en este momento...pero no cejo en el empeño de seguir creciendo en el amor y la compasión. Así al menos lo veo yo.


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