martes, 5 de agosto de 2014

CARPE DIEM y sus versiones macarrónicas


Carpe diem
, literalmente "aprovecha el día" en la traducción al castellano. ¿Aprovechar en el sentido del consumismo, del negocio o la parranda? ¿Quiere decir esta frase que debemos ser unos aprovechados de la vida? ¿Tendrá esta sentencia latina el sentido (desfigurado) de que es necesario vivir a tope, sin dejar ninguna experiencia excitante atrás por muy indigesta que esta sea, o por muy grosera?
Carpe diem: "aprovecha el día". Vívelo como si fuera tu última oportunidad. No cierres los ojos a la inteligencia, a la consciencia, a la sabiduría, a la sensualidad, al motor vital que ese momento presente te trae, pero tampoco cierres los ojos al dolor, al sufrimiento o a la adversidad.
Esta máxima suelen malinterpretarla mis alumnos. Ellos piensan en parranda y en intercambio de fluidos seminales cuando evocan esta frase. Yo la entiendo, y creo que el sabio romano que la acuñó también lo hace, como invitación a estar despiertos ante la vida, a no soñarla, a vivirla con intensidad, sea lo que sea lo que nos depare el destino. Tanto si es agradable como si es desagradable.
Normalmente solemos cerrar los ojos a lo que no nos gusta y los abrimos como búhos ante lo que nos produce placer. Y entonces vivimos la mitad de la vida, solo la que es aceptada, la gustosa. La otra la sufrimos desde una inconsciencia que es un delito para nuestro vivir auténtico. Vivimos a medias, demediados entre el bien y el mal, entre lo agradable y lo desagradable, entre lo placentero y lo inhóspito.
Es lo que ocurre por ejemplo con la esperanza; ayer una amiga me decía que mirara con esperanza el futuro. Pero yo no quiero mirar con esperanza el futuro porque eso me aleja del presente. Si espero, desespero, y además quiero pasar como por sobre ascuas por el momento doloroso que toca vivir. Cada ser humano está hecho de dos partes, No hay cara sin cruz y yo quiero mirar de frente, sin esperanza morféica, la cruz de mi destino. Sé que si  cierro los ojos ante un presente difícil o que me resulta ingrato, dejaré fuera de mi vida una parte inexcusable que me toca vivir. Y entonces pretenderé ser moneda de una sola cara, sin un reverso de cruz que me completa y me hace hombre entero. Miro sin esperanza el futuro porque este presente quiero vivirlo plenamente, quiero aprovechar este día, con toda su ternura pero también con toda su crueldad. Esto es la vida, quien te enseñó otra cosa se engañaba a si mismo y te engañaba. La esperanza es una estafa.

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