domingo, 3 de agosto de 2025

EL CABLE EMPLUMADO





    En la foto no se observa, pero todos están mirando al poniente, con el sol a punto de decir adiós un día más en esta canícula veraniega. Cada atardecer aguardan en el cable antes de ir a dormir quién sabe en qué nido. Es el descanso tras el vuelo incesante, es la contemplación silenciosa previa a la desbandada general, cuando todos inicien el vuelo unánime tras no se sabe qué indicación misteriosa. 
    En la foto no se observa, pero en el cable había más de cincuenta pares de alas cansadas, cumplida su labor diaria de alimentar a los polluelos que en el inicio del otoño retornarán a África.
    Al llegar con mis perros hasta su altura por el camino de la huerta   me echan una ojeada sin inmutarse y en un instante regresan a la contemplación del atardecer o al aseo de sus plumas. 
    Me siento acompañado por esta sangha de vencejos en mi paseo diario y su silencio me motiva para contemplar yo también la soledad de aquel baldío que aguarda reseco la llegada de las primeras lluvias de otoño.
    En la foto no se observa, pero siento que hay un hilo que me une al corazón de estos pajarillos y que su vuelo y su quietud silenciosa tienen mucho que decir en el ajetreo incesante del mundo que hemos construido.



 

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