sábado, 8 de febrero de 2014

LA ESPIRITUALIDAD AGNÓSTICA


Hay quien propugna que todas las espiritualidades esconden en el individuo que las practica un miedo a la vida, una huida de la realidad. Dicen que al fin y al cabo, como Dios no deja de ser un simple invento del hombre, que lo hizo a su imagen y semejanza, cuando llega el final de ese Dios, la tierra se abre bajo los pies del descreído y arroja, como quien se desprende de un objeto inútil, de una creencia medular que hasta entonces había sido casi seguro el eje vertebrador de la vida del creyente. Dios se cae al fondo del abismo y se hace añicos, se desmiembra como un juguete al que ya no echamos cuenta y permanece, amortajado en la conciencia, hasta no más ver.

Luego, quien a Dios ha arrojado al trastero del olvido se abandona a sí mismo en una descreida fórmula de "si muerto Dios ¿Para qué he de cultivar una espiritualidad? Como si ambas cosas -Dios y la espiritualidad-  fuesen las dos caras de una misma moneda.
La rara avis que manda a Dios a paseo y se queda con el reverso de la moneda ya no es tan frecuente. No suele haber agnósticos o ateos que cultiven una espiritualidad consciente y comprometida una vez que han abandonado la idea de Dios.
En sucesivas entregas iremos desgranando esta tercera vía: la del hombre espiritual y descreído. Y aunque suene paradójico, esa paradoja es  un espejismo creado por nuestros prejuicios y los de nuestra cultura. Valga decir por adelantado que aquí tienen ustedes un vivo ejemplo de cuanto vengo diciendo: yo soy agnóstico y llevo a cabo una vida espiritual que hoy por hoy es el eje vertebrador de mi existencia. No tengo que ser creyente para sentirme cada día  inmerso en un proceso de crecimiento interior que me está procurando una felicidad y una paz que recomiendo a todos.
CONTINUARÁ...

1 comentario:

  1. Efectivamente. Cada Hombre configura a un dios a su imagen y semejanza. El intelectual que niega la existencia de un dios no hace más que reconocer su pereza creativa. La espiritualidad no es una huida. Es una reconfortante sublimación. El creador espiritualista no vuelve a interesarse por lo racional o por lo material. Al fin y al cabo, el que come jamón pata negra no vuelve a pedir bocadillos de calamares.

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