miércoles, 6 de marzo de 2019

A POCOS MESES DE LA JUBILACIÓN


Aún se me hace raro pensar que dentro de dos meses y pico estaré jubilado. He desempeñado el oficio de profesor de Lengua y Literatura durante más de treinta años y llegado el momento de dejar la tiza para siempre se me viene al pensamiento la recurrente idea de que todos estos años he errado el camino.
Me explico: soy un profe vocacional, me gusta mi asignatura y me gusta compartir lo que sé con mis alumnos. A veces he sentido cansancio, pero nunca me he visto, como se suele decir coloquialmente, "quemado" en la profesión.
¿Qué pasa entonces? ¿Por qué pienso que he errado el camino?
Cada vez que me paro a pensarlo, veo que no he sido sino un instrumento más en la gran maquinaria de un sistema que se reproduce a sí mismo gracias a la labor de personas como yo. Hace años que cuestiono la invalidez de este sistema educativo -cualquiera de los que conozco son igualmente inválidos- para sacar a flote ese ser interior que llevamos todos dentro. Esa verdad genuina de cada ser vivo es maltratada desde la infancia para construir seres adocenados que sirvan a una maquinaria que los fagocitará sin piedad y los dejará alienados, olvidados, desconocidos de sí mismos.
En el sistema educativo se le dice al niño, luego al adolescente: "niño, abre la cabeza que te voy a verter en ella el conocimiento." Eso es lo que me interesa de ti, atiborrarte de conocimiento, de palabras, de fórmulas, de -en definitiva- imágenes de la realidad que no son la realidad y de camino dejarte en la ignorancia de quién eres realmente y qué has venido a hacer a este mundo. Te desconoces radicalmente, como yo me desconozco y no he hecho más que prolongar ese desconocimiento de mi en todos vosotros, mis alumnos... para que vosotros también os desconozcáis radicalmente. Porque cuando uno se conoce y reconoce, se sabe libre, se sabe no contaminado. Hecho de menos a los sabios parteros de la Grecia antigua que sacaban a la luz lo que sus discípulos llevaban dentro. Luego el saber, los datos, lo práctico se daría por añadidura...pero sin ese partero primordial el alma está hueca, ignorante de sí.
Y en todos estos 34 años de profesión lo que he observado es una paulatina e inexorable marcha hacia esa alienación exponencial de datos, cifras, papeles y burocracia en la mente del docente y de los alumnos.
Me voy con la sensación de pérdida de tiempo, con el deseo de que ahora, libre ya del yugo del funcionariado y la legislación educativa, pueda aportar algo como partero en ese proyecto ideado por el maestro zen Thich Nhat Hanh que bajo el nombre Wake up schools pretende que el niño se reencuentre consigo mismo y con su genuinidad.

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