viernes, 20 de mayo de 2016

UNA RELIGIÓN SIN COHETES


Sonaron -o mejor- atronaron hasta las doce de la noche desde las ocho de la tarde en que empecé a oirlos. Sonaban cada diez minutos aproximadamente. El tiempo suficiente para relajarte y olvidarte de su incómoda presencia.
Sonaron y aturdieron hasta la saciedad. Mi perra no lo soporta. A eso de las ocho de la tarde hube de darle un Valium 5 para evitar el colapso (la ansiedad extrema y continua en los perros puede ocasionarles un ataque al corazón). A mi hijo, de pequeño, también le asustaban y lloraba desconsolado con cada nuevo cohete lanzado por el cohetero de la Hermandad del Rocío de la Macarena.
Vivo tan cerca de la calle Parras, donde tienen su sede, que me revientan los tímpanos cada vez que suena uno. Intento armarme de paciencia, pero el estado lamentable de la perra me saca de mis casillas. No entiendo una religión de petardos, una religión que necesita exteriorizar su fe de esta manera tan hosca y hostil para el resto de los paganos. No entiendo que no haya nadie dentro de las Hermandades  con la suficiente inteligencia y consciencia que no se dé cuenta de que con tanto bombo y petardillo están haciendo que cada vez aumente más el número de desafectos a la fiesta del Rocío (porque de peregrinación -según me dicen los propios católicos- le queda poco). De la indiferencia a la desafección, cuando incluso se podrían grangear las simpatías de propios y extraños si cuidaran un poco más de su entorno tanto urbano como rural. Es conocido el Rocío también por la cantidad de tropelías que se cometen durante la travesía contra el medio natural, por no hablar del enorme sacrificio -incluso llegando hasta la tortura y la muerte-que sufren muchos animales de carga tanto en la ida como en la vuelta de las Hermandades al Rocío.
Por todo ello pido, si hubiera alguien con cierto poder o prestigio en la Hermandades y leyera esto, que hagan todo lo posible por convencer a los romeros de lo innecesario de los cohetes. Algunas Hermandades ya lo hacen. La de Cádiz entra en la Tacita de Plata al ritmo del tamboril y la flauta, sin otro añadido, y se está ganando la simpatía de los que antes eran hostiles o indiferentes.

lunes, 11 de abril de 2016

MÁS ADENTRO EN LA ESPESURA


Terminado el periodo de autoconmiseración y abiertas las puertas a la insondable corriente de la vida, sin más norte ni más guía que las que me procuran la intuición y la práctica de la plena consciencia, observo cómo cada vez más me he visto  sometido a  patrones al uso, a una novela construida sobre un personaje nacido hace ya casi 57 años que se dijo a sí mismo una serie de supuestas certezas y las tomó con absoluta fidelidad.
 Uno se construye, como digo, con absoluta fidelidad su personaje y al iniciar la deconstrucción, una risa salvaje comienza a tronar tras la máscara que está a punto de  rodar  por los suelos.
Pero no se confundan,  no es nihilismo ni descreimiento, es simplemente que se ha iniciado el camino de retorno a casa, se encuentra al fin libre de teorías amordazantes  y quiere caminar libre como el viento por esta hermosa y maravillosa Tierra.
Uno pretende simplemente ser, eso es, simplemente ser.

martes, 5 de abril de 2016

EL ESPEJISMO DE LA ESPERANZA


Hoy en la sesión de meditación de "La Barca de Buda" -nuestra asociación- se ha leído un texto de Thay entresacado de su libro Hacia la paz interior sobre el tema de la esperanza.  La esperanza es la zanahoria del burro que corre y corre desesperado para alcanzar su premio... y nunca lo logra. Vivir en la esperanza del mañana es renunciar de alguna manera al presente, bien por miedo, bien por insatisfacción, bien por sufrimiento. Uno se aferra a un futuro de salvación que aniquile nuestros temores presentes sin darnos cuenta de que en ese proyectarse hacia el futuro nos perdemos la vida en el presente. Vivimos entonces media vida, a medio gas.
Decía Cristina que en toda proyección hacia el fututo, en toda esperanza ilusionada hay una pelea interior. Una pelea por no aceptar un presente que sentimos inadmisible. Es no aceptar las cosas tal y como son. En esa pelea, en esa lucha, soy yo mismo combatiéndome y ya se sabe el dicho: cuando medio reino se levanta contra el otro medio, todo el reino pierde.